Con febrero a punto de terminar conseguimos
entrevistar a Carson, una de las chicas más atareadas de Dolls Crazy House, que
por fin ha sacado un momento para permitirnos saber un poco más sobre ella.
Pregunta:
Háblanos un poco de tu familia y tu infancia.
Respuesta: Soy natural de
Toronto, donde aún vive mi familia. ¡Creo que soy la única canadiense del
edificio! A ver si eso cambia. Mis padres son profesores y tengo un hermano
mayor, Todd. Cuando éramos niños íbamos juntos a todas partes, pero desde que
sentó la cabeza se ha vuelto un carca y vive con sus dos hijos en un adosado
con jardín. Súper aburrido. A mí lo de vivir en Londres siempre me llamó, así
que en cuanto me saqué el título de instructora de kárate me puse a buscar piso
por allí. Me llevó un par de años poder montar mi propia academia, Akitora, pero
ahora soy mi propia jefa.
P: ¿Qué
tipo de artes marciales enseñáis en Akitora? ¿Cuál es tu preferida?
R: Tenemos kárate, judo, aikido, jiu jitsu
y, recientemente, capoeira. Yo me ocupo del kárate, pero también sé aikido. Entrenamos
tanto a nivel amateur como a deportistas profesionales. También tenemos clases
de yoga y tai chi, que no son santo de mi devoción pero dan bastante dinero. ¡Con
la crisis, hay que diversificar!
P: ¿Cuántos
empleados tienes? ¿Cuál es tu relación con ellos?
R: Tengo otros cinco profesores de artes
marciales y una chica que se encarga del yoga y el tai chi. Además tengo una
recepcionista y una limpiadora, Clara, que es un encanto. Mi relación con ellos
es normal, supongo. No me las doy de jefa estricta pero tampoco dejo que se me
suban a la chepa. Ya me ha sucedido en el pasado, ¡y yo no soy de las que son
incapaces de aprender de sus errores!
P: ¿Te
veías dirigiendo una academia de artes marciales cuando eras niña?
R: No realmente. Siempre me
gustaron las artes marciales (y culpo a Las
Tortugas Ninja de eso), pero una vez me di cuenta de que no podía ser una
verdadera ninja y empecé a tomar clases, mi sueño fue convertirme en campeona
olímpica. Llegué a competir en certámenes a nivel regional, pero de ahí no pasó
la cosa, porque para llegar al nivel de las Olimpiadas tienes que abandonar los
estudios, y mis padres por ahí no pasaban. Cuando empecé a ayudar a alumnos más
jóvenes, ya en el instituto, es cuando me di cuenta que dar clases me gustaba.
P: ¿Te
han llevado al hospital alguna vez como consecuencia de tu profesión?
R: ¡Claro que sí! Ya en mi época de
estudiante recibí varios cortes feos que merecieron unos buenos puntos y
algunos golpes que me dejaron inconsciente. Es parte del encanto de las artes
marciales.
P: Dejemos
el tema profesional. ¿Cuáles son tus aficiones?
R: Me gustan otros deportes aparte de las
artes marciales, sobre todo el rugby y el lacrosse. Tengo un grupo de amigos
con los que asisto a partidos o los vemos juntos en televisión; por lo general
salimos a muerte después. También me gusta cocinar, aunque lamentablemente no
suelo tener demasiado tiempo que dedicarle a mis platos. Suelo acudir a ferias
de coches porque me encantan, y confieso que gran parte de mi sueldo se va en
entradas de conciertos de rock.
P: ¿De
qué cosas de ti misma no te sientes especialmente orgullosa?
R: Mis parejas me han echado en cara que no
me involucro en las relaciones, que voy demasiado a mi aire. Creo que se debe a
que no tengo demasiada fe en el amor y en el fondo pienso que si no me meto
demasiado, podré acabar de buenas con la otra persona cuando la relación
termine… cosa que nunca ha pasado, en realidad. Además no se me da bien
compadecer a la gente. Siempre le quito hierro al asunto cuando la gente me
viene alguien con sus problemas, y eso no suele ser lo que quieren oír…
P: ¿Tienes
mascotas? ¿Las has tenido?
R: Mi relación con los animales es compleja
y larga. Ahora mismo no tengo mascotas porque la casera es muy estricta al
respecto, pero de niña llegué a tener tres perros, dos gatos, una tortuga y un
papagayo. No todos a la vez, claro. Algunos se escaparon, otros se murieron y
en general me dejaron con una terrible sensación de abandono. No se me da muy
bien cuidar de otros seres vivos, la verdad. Al final eran mis padres casi
siempre los que se encargaban de ellos.
P: ¿A
quién llamas en primer lugar en caso de necesidad?
R: Me gustaría decir que a mis padres, pero
resulta un tanto irreal dado que viven al otro lado del mundo. Como comparto
piso con Rosie, ella es lo bastante de confianza como para poder contar con
ella si pasa cualquier cosa.
P: ¿Crees
en el amor a primera vista?
R: No, pero creo en la
lujuria a primera vista, y he sufrido sus efectos
P: Para
finalizar, nos gustaría saber en qué momento empezaste a exigir que te llamasen
sólo Carson, en vez de tu nombre de pila.
R: Cuando tomaba clases de kárate en la
adolescencia, la mayoría de mis compañeros eran chicos. Ya sabes que a esas
edades se ponen insoportables, y el hecho de que yo fuera chica y que además
fuese mejor que muchos de ellos les ponía de los nervios. Cuando mi sensei se
tuvo que ir de baja, su sustituto nos llamaba por nuestros apellidos, y me di
cuenta de que me gustaba, así que empecé a presentarme como Carson cuando me presentaban
gente. Y ha calado.