Hoy en Quince minutos con… tendremos la
oportunidad de conocer a Rosie, la primera chica que me acompañó en Londres
Pregunta:
Háblanos un poco de tu familia y tu infancia.
Respuesta: Nací en Santo Domingo, pero mis
padres y mi abuela se trasladaron a Bristol cuando yo no era más que un bebé y
he crecido con el inglés como lengua materna. Sin embargo, en mi casa siempre
se mantuvo un estilo de vida muy caribeño, así que siempre he andado entre dos
aguas. No tengo hermanos, pero sí multitud de primos que he tenido ocasión de
conocer en mis sucesivos viajes a mi país natal.
P:
Sabemos que quieres ser actriz en el West End, pero, ¿cómo te preparas para ese
fin? ¿Qué clase de formación tienes?
R: Estudié Interpretación en Bristol y
llegué a actuar en algunas obras que recibieron cierto interés por parte de la
crítica local. No obstante, mi objetivo, como dices, siempre han sido los
musicales, así que me mudé a Londres y me apunté a clases de canto y baile.
Ambas cosas me gustaban, pero fue al empezar las clases cuando me di cuenta de
lo difícil que es prepararse para hacerlas a nivel profesional… Todavía no he
conseguido ningún papel, pero acudo a todas las audiciones que puedo para darme
a conocer. Además trabajo de camarera en una empresa de catering para sacar
algo de dinero.
P:
¿Qué tareas del hogar no te importa hacer y cuáles odias?
R: Odio poner la lavadora y tender la
colada, pero me gusta planchar. Me pongo música y ni me doy cuenta, se me pasa
el tiempo volando. Las demás las hago porque debo, es lo que hay. Pero no puedo
tener plantas, porque con lo despistada que soy, se me olvida regarlas y se me
mueren…
P:
¿Cuáles son tus aficiones?
R: Me gusta muchísimo la fiesta. Suelo ir a
locales de salsa, y de hecho me encanta llevar a mis amigos y sorprenderles.
Además me gusta cocinar, sobre todo postres. Me gusta hacer mis propias
conservas: mermeladas, compotas… Se las regalo a mis amigos. Pero si tengo una
afición curiosa es que me encanta apoyar el coleccionismo de los demás: si
conozco a alguien que colecciona algo, intento hacerle regalos relacionados con
su afición, les acompaño a ferias y encuentros… No sé, aunque a mí no hay nada
que me fascine tanto como para coleccionarlo, encuentro fascinante que otra
gente sí lo haga.
P:
¿Eres supersticiosa?
R: Un poco. De niña lo era más; hubo una
larga temporada en que no salía de casa sin mi hueso de la suerte. En la
actualidad tengo pequeños rituales como no abrir un paraguas en un espacio
cerrado, por ejemplo. Pero eso no es nada comparado con la manera que tengo de
convencerme de que algunas cosas pueden pasar o no: “Si estos dos coches se
cruzan delante de mí, me darán el papel”, “Si pelo toda la manzana sin que se
rompa la piel, ese chico tan mono se acercará mañana a hablarme”. Cosas así.
P: ¿Cuál es tu comida preferida? ¿Tienes algún recuerdo particularmente agradable asociado a ella?
R: Mi madre siempre trataba de mantenerse lo más fiel posible a sus recetas dominicanas dentro de las posibilidades de los ingredientes ingleses. Mi comida preferida es la que más había conseguido, el pollo guisado. Lo tengo asociado a los mejores días de mi infancia en Bristol y, al mismo tiempo, al redescubrimiento de mis raíces cuando pudimos empezar a volver a Santo Domingo de visita.
P: ¿Hay
alguna cosa que te saque completamente de quicio?
R: Hum… No sé… ¡Ah, sí! Los
cables enredados. Me ponen de muy mal humor porque acumulan muchísimo polvo. Bueno,
me pasa con cualquier cosa de ese estilo. Las luces de Navidad, por ejemplo:
cuando abro la caja de los adornos y me las encuentro hechas un lío, me dan los
siete males. ¿Cómo es posible que se enreden tanto si cada año las guardo bien
enroscadas? Es un misterio, pero uno muy irritante.
P: ¿Qué haces para aliviar el aburrimiento?
R: ¡Uy, yo no tengo tiempo para aburrirme! Entre clases, audiciones, trabajo y un poco de farra de vez en cuando para desfogar, poco me queda para dormir, así que es lo que suelo hacer cuando estoy en casa. De todas formas, me apunto a un bombardeo, así que más de una vez me he visto yendo de empalmada a alguno de esos sitios anteriormente mencionados… ¡Y siempre me juro que es la última! Pero siempre acabo cayendo otra vez.
P:
Antes has mencionado que eres muy despistada. ¿Es ése uno de tus principales
defectos?
R: ¡Desde luego! Y no es que me
enorgullezca. Se me olvida casi todo, y es un horror. Sólo consigo retener
letras de canciones y diálogos para obras, y menos mal, porque pretendo llegar
a vivir de eso. Con el resto tengo que apañarme: que si agenda, alarmas en el móvil,
notas a modo de autorecordatorio por toda la casa… Mi padre a veces bromea
diciendo que soy así porque me caí de cabeza de bebé… Y a veces me siento
tentada a creerle.
P:
¿Cuál es, entonces, tu principal virtud?
R: Soy muy optimista y siempre le veo el
lado positivo a todo. Además siempre sé qué decir para animar a los demás, transmito
mi entusiasmo a todo el mundo. Creo que gran parte de nuestra responsabilidad
con la vida misma es aprovechar cada pequeña oportunidad para ser feliz, y en
ese sentido, creo que estoy cumpliendo mi parte con creces. Así que, aunque
vaya a audiciones y me despachen con una negativa, yo siempre acabo tomando
notas de mi propia actuación y mejorando, y luego me voy a tomar algo para
quitarme el resto del disgusto. ¡Y a la mañana siguiente, feliz como un
regaliz!
P: Si
pudieras elegir, ¿cuál sería tu papel ideal en el teatro?
R: ¡Ay, es tan difícil! Hoy te responderé
otra cosa, pero ayer te habría contestado otra. Creo que Elphaba en el musical Wicked es algo así como el mejor
personaje femenino de un musical de todos los tiempos, pero también me encantaría
protagonizar Memphis, y El rey león, y… Ay, no sé. Cualquiera de
esos tres, creo.