lunes, 29 de febrero de 2016

Quince minutos con... Leila Carson


Con febrero a punto de terminar conseguimos entrevistar a Carson, una de las chicas más atareadas de Dolls Crazy House, que por fin ha sacado un momento para permitirnos saber un poco más sobre ella.

Pregunta: Háblanos un poco de tu familia y tu infancia.
Respuesta: Soy natural de Toronto, donde aún vive mi familia. ¡Creo que soy la única canadiense del edificio! A ver si eso cambia. Mis padres son profesores y tengo un hermano mayor, Todd. Cuando éramos niños íbamos juntos a todas partes, pero desde que sentó la cabeza se ha vuelto un carca y vive con sus dos hijos en un adosado con jardín. Súper aburrido. A mí lo de vivir en Londres siempre me llamó, así que en cuanto me saqué el título de instructora de kárate me puse a buscar piso por allí. Me llevó un par de años poder montar mi propia academia, Akitora, pero ahora soy mi propia jefa.


P: ¿Qué tipo de artes marciales enseñáis en Akitora? ¿Cuál es tu preferida?
R: Tenemos kárate, judo, aikido, jiu jitsu y, recientemente, capoeira. Yo me ocupo del kárate, pero también sé aikido. Entrenamos tanto a nivel amateur como a deportistas profesionales. También tenemos clases de yoga y tai chi, que no son santo de mi devoción pero dan bastante dinero. ¡Con la crisis, hay que diversificar!

P: ¿Cuántos empleados tienes? ¿Cuál es tu relación con ellos?

R: Tengo otros cinco profesores de artes marciales y una chica que se encarga del yoga y el tai chi. Además tengo una recepcionista y una limpiadora, Clara, que es un encanto. Mi relación con ellos es normal, supongo. No me las doy de jefa estricta pero tampoco dejo que se me suban a la chepa. Ya me ha sucedido en el pasado, ¡y yo no soy de las que son incapaces de aprender de sus errores!


P: ¿Te veías dirigiendo una academia de artes marciales cuando eras niña?
R: No realmente. Siempre me gustaron las artes marciales (y culpo a Las Tortugas Ninja de eso), pero una vez me di cuenta de que no podía ser una verdadera ninja y empecé a tomar clases, mi sueño fue convertirme en campeona olímpica. Llegué a competir en certámenes a nivel regional, pero de ahí no pasó la cosa, porque para llegar al nivel de las Olimpiadas tienes que abandonar los estudios, y mis padres por ahí no pasaban. Cuando empecé a ayudar a alumnos más jóvenes, ya en el instituto, es cuando me di cuenta que dar clases me gustaba.


P: ¿Te han llevado al hospital alguna vez como consecuencia de tu profesión?
R: ¡Claro que sí! Ya en mi época de estudiante recibí varios cortes feos que merecieron unos buenos puntos y algunos golpes que me dejaron inconsciente. Es parte del encanto de las artes marciales.

P: Dejemos el tema profesional. ¿Cuáles son tus aficiones?
R: Me gustan otros deportes aparte de las artes marciales, sobre todo el rugby y el lacrosse. Tengo un grupo de amigos con los que asisto a partidos o los vemos juntos en televisión; por lo general salimos a muerte después. También me gusta cocinar, aunque lamentablemente no suelo tener demasiado tiempo que dedicarle a mis platos. Suelo acudir a ferias de coches porque me encantan, y confieso que gran parte de mi sueldo se va en entradas de conciertos de rock.


P: ¿De qué cosas de ti misma no te sientes especialmente orgullosa?
R: Mis parejas me han echado en cara que no me involucro en las relaciones, que voy demasiado a mi aire. Creo que se debe a que no tengo demasiada fe en el amor y en el fondo pienso que si no me meto demasiado, podré acabar de buenas con la otra persona cuando la relación termine… cosa que nunca ha pasado, en realidad. Además no se me da bien compadecer a la gente. Siempre le quito hierro al asunto cuando la gente me viene alguien con sus problemas, y eso no suele ser lo que quieren oír…

P: ¿Tienes mascotas? ¿Las has tenido?
R: Mi relación con los animales es compleja y larga. Ahora mismo no tengo mascotas porque la casera es muy estricta al respecto, pero de niña llegué a tener tres perros, dos gatos, una tortuga y un papagayo. No todos a la vez, claro. Algunos se escaparon, otros se murieron y en general me dejaron con una terrible sensación de abandono. No se me da muy bien cuidar de otros seres vivos, la verdad. Al final eran mis padres casi siempre los que se encargaban de ellos.



P: ¿A quién llamas en primer lugar en caso de necesidad?
R: Me gustaría decir que a mis padres, pero resulta un tanto irreal dado que viven al otro lado del mundo. Como comparto piso con Rosie, ella es lo bastante de confianza como para poder contar con ella si pasa cualquier cosa.

P: ¿Crees en el amor a primera vista?
R: No, pero creo en la lujuria a primera vista, y he sufrido sus efectos


P: Para finalizar, nos gustaría saber en qué momento empezaste a exigir que te llamasen sólo Carson, en vez de tu nombre de pila.
R: Cuando tomaba clases de kárate en la adolescencia, la mayoría de mis compañeros eran chicos. Ya sabes que a esas edades se ponen insoportables, y el hecho de que yo fuera chica y que además fuese mejor que muchos de ellos les ponía de los nervios. Cuando mi sensei se tuvo que ir de baja, su sustituto nos llamaba por nuestros apellidos, y me di cuenta de que me gustaba, así que empecé a presentarme como Carson cuando me presentaban gente. Y ha calado.

sábado, 27 de febrero de 2016

Reencuentro, reconciliación

Dicho y hecho, como anuncié que haría, fui en busca de Matt.
No soy de las que persiguen a un hombre. Es más, quizá sea precisamente por eso por lo que he estado a punto de perderle, si es que no ha sucedido ya. Me resistí a ir tras él, usando mi trabajo como excusa. Ahora tengo mi propia revista y, después de un año publicándose con un buen volumen de ventas, me atrevo a dejarla un poco más en manos de mis colaboradoras. Me he decidido así a volverme hacia otro de mis más acuciantes asuntos pendientes: mi novio, Matt.
Fue más fácil decirlo que hacerlo. Sí, viajé hasta Londres, pero una vez allí no encontré el valor para encararme con él tan rápido como habría presumido. Ha habido cierta distancia entre nosotros y sé que salió con Valentina, pero no sé si llegaron a algo. Me he retrasado en esa confrontación, asegurándome a mí misma que tenía otras cosas que hacer instalándome de vuelta en mi loft y trasladando mi fuerza de trabajo. Sin embargo, llegó un momento en que no pude retrasarlo más. Fue entonces cuando subí a su ático.
Pocas veces en mi vida he estado tan nerviosa como cuando llamé al timbre. Él, en cambio, me sostuvo la mirada con mucha calma al hacerse a un lado para dejarme entrar.
Tomé asiento en uno de sus sofás de cuero y él me imitó.
—Seguro que piensas que debería haber sido yo quien fuese a buscarte —habla él primero—. Si has venido a mandarme a tomar viento, lo entenderé.
Me revolví incómoda en mi asiento. La verdad es que no se me había ocurrido que él debiera ser el primero en venir a buscarme, pero no le faltaba razón. A fin de cuentas, él fue quien hizo mal.
—Imagino que tu sentimiento de culpabilidad está relacionado con Valentina. —Voy directa al tema.
Matt baja la mirada, y adivino por su pose que esta vez es él quien está nervioso.
—No sé qué es lo que has oído… —comienza a decir.
—Que os visteis —le corto—. Es todo cuanto necesito.
Matt suspira.
—Alyssa…
—Sólo quiero saber qué pasó entre vosotros. Me han recomendado lo contrario, pero si voy a morirme de celos, quiero conocer los detalles de por qué.
Él vuelve a suspirar.
—Si te digo que no hicimos nada, ¿me creerás? —No respondo de inmediato. Le miro fijamente, y él prosigue—. Es cierto que nos vimos, y creo que Valentina quiso que hubiera algo más. Creo que… Alyssa, la verdad es que creo que en cierto momento yo también lo quise.
Trato de expulsar el aire que estaba reteniendo en los pulmones, y hasta eso se me quiebra al escucharle.
—Pero… acabas de decir que no llegó a pasar nada.
—Porque no pasó. Alyssa, estoy siendo sincero contigo, esperando que puedas perdonarme por haber deseado a otra mujer… aunque nunca haya llegado a pasar nada con ella.
La tensión de los últimos minutos se agolpa en mis oídos y por un instante sólo oigo los latidos de mi propio corazón. Me permito perder la compostura al recostarme en el sofá. Le creo con tanta intensidad que el alivio me golpea casi con violencia. Oigo a medias sus siguientes disculpas, su arrepentimiento centrado en haber salido con otra mientras yo estaba ocupada trabajando tanto.
—Pero quiero hacerlo todo bien a partir de ahora. Quiero estar contigo para siempre, Alyssa. ¿Te casarías conmigo?
Su proposición me pilla completamente por sorpresa. No me había planteado el matrimonio. Y sin embargo…
—Sí. Pero no todavía.
—¿No todavía…?
—Cuando esté lista, te lo diré.
Matt parece aturdido, pero accede:
—De acuerdo. Esperaré.

No puedo evitar que me entre la risa floja, y entonces él se sienta a mi lado y me abraza. Pese a todo, tenemos algo que celebrar.

lunes, 15 de febrero de 2016

Tachada de la lista

¿De qué lista? Del club de las inmóviles, población: cero. Blizzard ha seguido los pasos de Shania y se ha hecho con un nuevo cuerpo Made to Move que le da al fin a una de las Fashionistas más carismáticas de la nueva ola la movilidad que merece.



Blizzard se atreve con todo y está deseando demostrarlo ante la cámara. Puede que sus primeros pasos en su nuevo cuerpo no hayan sido muy atrevidos, pero está lista para comerse el mundo con o sin aliño.



Y mientras tanto, calentamos motores para un notición que va a sacudir los cimientos de Dolls Crazy House... Blizzard no quiere que le robemos la atención, pero cosas grandes se avecinan...