Por lo que me ha ido contando Synnöve, la cosa está que
arde en su bloque… en todos los apartamentos, y en el mal sentido. En pocas
palabras, la historia puede resumirse así: su hermana Pam anda detrás del novio
de su prima Alyssa, que está como un tren; tienen a Sabrina Mangano como nueva
vecina, así que el bloque está rodeado de fotógrafos día y noche; y a ella y a
su prima Prue les gusta el mismo chico. Esto último lo mencionó de pasada, pero
a mí es lo que más me importa, porque ella es mi amiga, así que, con mucho
esfuerzo, consigo que me cuente toda la historia. Supe que acabaría pasando
algo cuando le vi por primera vez y se presentó a Sy. No lo reconocerá en la
vida, pero está colgadísima por ese tal Evan. Lo peor es que el principal motivo
por el que no quiere reconocerlo es que le duele estar peleada con Prue.
Trato de
animarla llevándola al cine a ver Los
Vengadores… por tercera vez. Sí, nos encantan las pelis de superhéroes,
sobre todo si son tan atractivos como estos. Tengo la corazonada de que la
quitarán pronto, y creo que la espera hasta que salga en DVD va a ser larga y
angustiosa. Entramos cargadas con un cubo de palomitas, refrescos tamaño jumbo
y una bandeja de nachos con una cantidad obscena de salsa, que es como una
buena peli se merece ser vista.
—Creo que me he enamorado de Chris Evans —le comento,
mientras buscamos nuestros asientos.
—Cuando
vimos Scott Pilgrim contra el mundo dijiste
que no era para nada tu tipo —me recuerda, esbozando media sonrisa.
Hago
un mohín.
—Pero
es que todavía no era Capitán América —replico.
—De
hecho, en la vida real no es para nada como
Capitán América —argumenta.
—Bueno,
entonces diré que me he enamorado de Steve Rogers. Enamorarse de un personaje
de ficción tiene casi tanto sentido como enamorarse de un famoso al que no vas
a conocer nunca, ¿no?
Synnöve
suelta una risita.
—Sí,
creo que sí.
Cuando
las luces se apagan y el sonido atronador de los tráilers nos rodea,
intercambio una última mirada con Sy antes de sumergirnos una vez más en las
aventuras de nuestros superhéroes favoritos.
—Guau,
menos mal que hemos venido antes de que repartieran entradas gratis —deja caer
Synnöve con cara de póquer.
La
verdad es que cualquiera diría que así es. Falta más de media hora para que dé
comienzo la sesión siguiente, pero en la entrada del cine se agolpa una
cantidad impresionante de gente que se organiza en hileras en la calle.
—¿Hay
algún estreno del que no me haya enterado? —Pregunto.
Ella
se encoge de hombros mientras trata de concentrarse en llegar a la calle. Tanta
gente junta es agobiante, y además, en verano, más de uno se olvida del
desodorante… Puaj.
La
gente parece ponerse de acuerdo para impedir a los que salimos que lleguemos
hasta la calle. Estoy a punto de proponerle a Sy que nos metamos en el baño
hasta que haya empezado la siguiente sesión, cuando el hall se quedará vacío,
pero entonces le veo. Evan se abre camino mientras charla con unos chicos, y
antes de que acierte a avisar a Sy, él la ve:
—¡Hey,
hola, Synnöve!
Ella
se gira como si hubiera oído un disparo y compone una sonrisa en dirección a su
vecino. Los amigos de Evan le miran de reojo, porque está bastante claro que Sy
es más joven que ellos, y probablemente se encuentran en esa época de la
Universidad en que sólo se siente desdén por la gente de instituto. Sé de lo
que hablo, tengo dos hermanos mayores.
A
duras penas oigo contestar a Synnöve:
—Hola
—habla con un tono francamente quedo, y teniendo en cuenta el bullicio que hay
en el cine, algo me dice que no voy a pillar toda la conversación, así que me
acerco cuanto puedo sin que parezca intrusismo.
—¿Sales
ahora? Perdón, salís —Evan me lanza una mirada que revela que me recuerda de la
otra vez.
—Sí,
nuestra peli acaba de terminar —contesta Synnöve con tono monocorde.
—¿Cuál
habéis visto? —Parece verdaderamente interesado, y no sé si no se entera de la
expresión torturada de Sy porque es un bobo o porque ella finge muy bien…
—Los Vengadores —responde ella, sin
entrar en detalles.
—Es
la tercera vez que la vemos —agrego, no sé por qué.
Pero
ninguno de los dos me mira. Ay… algo me dice que Prue va a tener motivos para
enfadarse de verdad con Sy…
—Os
acompañaré fuera —dice de repente Evan.
Y
tras lanzar una ojeada a sus amigos, retrocede abriéndonos paso a Synnöve y a
mí hasta que salimos a la calle, donde la gente se arremolina aún a nuestro
alrededor, pero deja más espacio para respirar. El cielo se ha nublado, como
cabría esperar en Londres, y un calor pegajoso se pega a nuestra piel en cuanto
nos alejamos del aire acondicionado del cine. Evan y Synnöve intercambian una
mirada de la que creo que no son conscientes y se despiden:
—Bueno,
vuelvo con mis colegas. Hasta luego.
—Gracias
por ayudarnos a salir. Adiós.
Y
luego, como autómatas, los dos comienzan a caminar en sentidos diferentes. No
sé si golpearles en la cabeza con un periódico por ser tan tontos o rodearme la
barbilla con las manos mientras digo: “Awwwww”. Menudo lío.
Escribes tan bien que mientras lo leo tus palabras se convierten en una película dentro de mi cabeza. Y para ésta en concreto se necesitan palomitas, nachos y cocacola a rebosar! Me temo que no se puede luchar contra el amor verdadero, aunque me da pena la pobre Prue. Besitos!!!
ResponderEliminarMuchas gracias! Las cosas empiezan a ponerse interesantes, ¿crees que llegarán a algo?
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