viernes, 1 de mayo de 2020

Quince minutos con... Blizzard Strauss


Esta nueva entrega de Quince minutos con… se ha hecho de rogar, pero su protagonista está más ocupada que nunca y ha sido difícil que nos ceda el tiempo para la entrevista y la sesión fotográfica que la acompaña. Como en la entrega anterior nos acompaña una cantante. Aunque es conocida de sobra estamos deseando conocerla mejor.

Pregunta: Todos conocemos tus inicios como actriz infantil en la serie Las cosas de Blizzard, pero lo que tomó a todo el mundo por sorpresa fue tu paso al mundo de la música. ¿Qué te llevo a abandonar la televisión por la música?
Respuesta: ¡Buena pregunta! Sí, como todo el mundo sabe protagonicé Las cosas de Blizzard durante cinco años. Como sabrás hay leyes que limitan la cantidad de tiempo que pueden dedicar los niños actores a los rodajes para evitar la extenuación, pero la fama de la serie era tal que entre apariciones en otros programas, promociones y demás tenía muy poco libre y mi vida privada era sometida a un escrutinio abrumador. Necesitaba una válvula de escape, así que cuando mi maquilladora empezó a enseñarme a tocar la guitarra lo encontré liberador.


P: ¿Y eso fue todo?
R: No, claro. A los quince empezaba a estar muy cansada del mundo televisivo pero empezaba a asumir que incluso si lo dejaba por completo no dejaría de ser famosa nunca, así que se me ocurrió que podía hacer uso de mi fama para obtener contactos en el mundo de la música. Gracias a ellos conocí a las Tempests y mi idea de tener mi propia banda empezó a cristalizar.

P: Los tres últimos episodios de la temporada final de Las cosas de Blizzard forman parte de la historia televisiva por lo acelerado de su producción y el hecho de que tuvieron que ambientarlos en invierno, aunque el resto de la temporada se desarrollaba en verano, para taparte esos tatuajes recién estrenados. ¿Por qué las golondrinas?
R: Me gustan los motivos tradicionales, en el campo de los tatuajes soy muy clásica. Me los hice después de haber firmado el contrato para formar Blizzard and the Tempests y para mí simbolizan la libertad de controlar mi propia carrera.


P: No es ningún secreto que la relación con tu familia se resintió cuando rompiste con esa etapa de tu vida.
R: Es un tema complicado, como podrás imaginar. Mi madre tenía la vida resuelta trabajando como mánager mía y cuando decidí ser más independiente fue como si le quitaran de las manos la gallina de los huevos de oro. Por desgracia nuestra relación nunca se ha recuperado, pero es muy controladora y sé que es muy posible que no lo haga nunca, porque ya no puedo tolerar esa actitud.


P: ¿Cómo encontraste la experiencia de trabajar en equipo como parte de Blizzard and the Tempests?
R: Tuve momentos muy difíciles porque como actriz me lo habían dado todo hecho a nivel creativo y estaba deseando emplear mi iniciativa. La verdad era que no había contado con tener que compaginar mi voluntad con la de otras personas. La experiencia fue muy enriquecedora y me hizo madurar mucho como persona y como artista. Sentí verdadera pena cuando les dije que iba a venir a Londres y rechazaron seguirme… como bien sabes se han hecho un hueco en la escena indie como The Tempests. 

P: En 2014 salió tu primer EP en solitario, Cyanide Lollipop. Hubo cierto revuelo mediático debido a un supuesto tema de copyright en torno a la salida, pero los detalles nunca se hicieron públicos. ¿Ha pasado suficiente tiempo para que nos cuentes qué pasó?
R: ¡Claro! En realidad fue un poco culpa mía… Me empeñé en llamarlo Deady Coca-Cola y claro, a los dueños de la marca no les entusiasmó la idea de que usase el nombre de su producto de esa forma, así que nos pusieron un pleito y tuvimos que cambiar el título. En ese momento estaba tan empeñada en usar ese título que no tenía alternativas y mi equipo tuvo que hacer una lluvia de ideas hasta que se nos ocurrió Cyanide Lollipop.


P: Tardaste algo más de un año en presentar tu primer y hasta ahora único disco en solitario, Jk, y al acabar la gira para presentarlo formaste tu segunda banda, Weird Machines. En 2019 presentasteis vuestro segundo álbum, del que el primer single, Snowflake, alcanzó el número uno en varias listas de ventas. Has dicho en otras entrevistas que el éxito de esa canción te persigue. ¿A qué te refieres?
R: Snowflake es una de esas canciones que se hacen tan famosas que superan a sus propios creadores. Hay muchísima gente que reconoce la canción pero no quién la canta; hay quien de toda nuestra discografía sólo ha escuchado Snowflake. Eso crea unas expectativas altísimas a la hora de escribir y publicar nuevos singles. Les presentas canciones a la discográfica y te dicen: “vale, pero, ¿cuál es la nueva Snowflake?”. Lo único bueno es que gracias a ella he dejado por fin de ser Blizzard de Las cosas de Blizzard y ahora soy Blizzard de Snowflake (risas).


P: Hasta ahora hemos hablado sólo de tu trabajo. Cuéntanos algo ti como persona, Blizzard.
R: Pues me encantaría decir que soy muy zen, que hago yoga y sigo una dieta vegana, pero la verdad es que como sabe casi todo el mundo me encanta la fiesta y cuando no estoy de gira o encerrada componiendo me gusta ir a discotecas abarrotadas y a bailar hasta las tantas. Si tuviera que escoger un deporte sería la escalada, aunque de momento sólo lo he practicado en locales especializados, no en montañas de verdad.

P: Así que, ¿no eres vegana? ¿Cuál es tu comida preferida?
R: Me encantan los sándwiches de todo tipo, pero mi preferido es el de pechuga de pollo y bacon. En general soy una fanática de meter comida en pan, de hecho a mi disco en solitario lo quería llamar Sándwich pero mi discográfica dijo que ni hablar, que nadie me tomaría en serio (risas), pero a día de hoy no acabo de comprender por qué Cyanide Lollipop sí se podía pero Sándwich no. 


P: ¿A qué te dedicarías de no haber sido cantante?
R: La verdad es que es difícil de decir… Muchas veces me he preguntado si habría seguido siendo actriz de no haber cambiado al mundo de la música. Quién sabe, a lo mejor tendría un Óscar en la vitrina, o puede que saliese en telefilmes de sobremesa. Prefiero no pensar en ello, si soy sincera. Tengo la suerte de llevar la vida que quiero.

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