miércoles, 17 de agosto de 2011

Desastre a la vista


Vale, sí, lo reconozco: no soporto a Rita. De acuerdo que es el alter ego de mi mejor amiga, pero desde que la vi entrar por esa puerta supe que tramaba alguna de las suyas. Y arrebatarme a Nate delante de mis narices es algo muy propio de Rita Heart. No puedo protestar sin ponerme en evidencia y sin que Nate, se dé cuenta de que me gusta… cosa que pensaba confesarle esta noche, por cierto. Lo malo es que ahora está embobado con Rita de una manera que raya con el ridículo, como el resto de mis invitados, casi todos al menos. Dos compañeras de clase me lanzan miradas asesinas, ¡como si fuera culpa mía que Rita se haya presentado en la fiesta en lugar de Clary! (supongo que en parte sí que tengo yo la culpa, por invitar a mi amiga sin pensar que podría levantarse convertida en su gemela maléfica), y tratan de arrancar a sus novios de la pérfida influencia de Rita, que me parece que ha mirado ya batiendo las pestañas a todos los hombres de la sala. Nate es el más patético de todos, porque contempla a Rita como si el mirar fuese respirar y ella fuese oxígeno, así que, las que no me miran con odio, me miran con lástima. Que a mí me gusta Nate era algo así como un secreto a voces, así que a estas alturas toda la fiesta sabe que me lo acaba de robar impunemente ese zorrón de pelo fucsia.
Me parece que ya he tenido suficiente humillación por hoy ¡Ésta es mi fiesta!
Sólo hay una manera de librarse de Rita: logrando que se duerma para que la consciencia de Clary despierte y se adueñe de su cuerpo, con los cambios físicos pertinentes.
Creo que mientras lo pienso se me ha puesto cara de maldad absoluta, porque Leah se ha acercado y me ha preguntado con genuina curiosidad:
—¿…Te encuentras bien?
Ella es de las pocas que sabe quién es Rita exactamente, así que le suelto sin rodeos:
—Leah, tenemos que dejar K.O. a Rita.
Ella me mira con los ojos como platos y pregunta:
—¿No te estás pasando un poco?
Le lanzo una mirada de refilón y explico:
—No, mujer, no es por eso —creo que es poco convincente, pero prosigo—. Si Rita se duerme, Clary podrá regresar.
—¿Y cómo piensas hacerlo? —Pregunta, con un deje de incredulidad en la voz.
Bueno, ésa es la parte difícil. Si tuviésemos que hacer el proceso contrario, bastaría con emborrachar a Clary, que tiene tolerancia cero al alcohol, pero tratándose de Rita, la cosa cambia… Trato de contener mi expresión de psicópata en potencia al exponer:
—Le golpearemos la cabeza con un objeto grande y contundente.
A juzgar por la manera de abrir los ojos de par en par de Leah, la idea le ha dejado un poco… a cuadros.
—Y… ¿de qué clase de objeto estamos hablando? —Tantea el terreno.
Expulso con fuerza el aire por la nariz.
—Aún no lo sé —confieso—. Ayúdame a buscar.
Así, mientras Rita encandila a mis invitados, Leah y yo nos ponemos a buscar por la cocina. Descartado el extintor para emergencias que mi hermana guarda junto a la nevera (aunque ganas de matar a Rita no me faltan, no debo olvidar que Clary es quien está detrás de todo esto… sin quererlo). Finalmente, me inclino por un clásico: la barra de amasar pan. Aunque la mirada de Leah mientras me golpeo la palma de la mano con expresión vengativa me indica que tiene ganas de quitármelo, la hago callar pidiéndole:
—Dile a Rita que venga. Invéntate cualquier excusa —la cocina está vacía, por suerte—, pero asegúrate de que venga, y sin moscones.
Leah asiente con la cabeza y abandona la cocina. Durante unos instantes me quedo yo sola y se me pasa fugazmente por la cabeza que lo que voy a hacer es una locura, que podría no salir bien y que, como alguien nos pille, podría acabar en comisaría… pero pienso tener la fiesta en paz, literalmente, y no hay Rita que valga.
Hablando del diablo, ahí está. Entra en la cocina lanzándome una mirada de compasión absoluta que me hace fruncir el ceño y pregunta:
—¿Refugiándote para huir de la soledad?
—No estaría sola si no hubieras encandilado a Nate con tus malas artes, bruja —respondo.
—Si la belleza natural es una mala arte, deberían mandarme a la hoguera —chasquea la lengua.
—Estoy de acuerdo en la parte de mandarte a la hoguera —contesto—. Por lo menos, lárgate de mi fiesta. Es a Clary a quien invité, no a ti.
Ella se encoge de hombros con gesto divertido.
—No hay nada que hacer. Clary estaba… indispuesta. Se pondrá muy triste si me echas… porque también la echas a ella.
Chantaje emocional. Un clásico de Rita. Menos mal que tengo mi as en la manga. Sonrío, malévola, y contesto:
—Al contrario: Clary vendrá a la fiesta y tú no tendrás más remedio que marcharte.
Y antes de que tenga una réplica a punto, le golpeo en la cabeza con el rodillo de amasar.

Clary se despierta en mi cama una hora más tarde. A decir verdad, la fiesta ha decaído bastante, y unos cuantos chicos se han marchado al comprobar que Rita ya no andaba por los alrededores. Mi amiga me lanza una mirada interrogante y pregunta:
—¿Qué ha pasado?
—Compruébalo tú misma. Mira lo que llevas puesto.
Cuando Clary baja la mirada hacia el vestido malva que llevaba Rita al llegar a la fiesta, y que ahora luce ella, casi se ruboriza. Esta ropa no es para nada de su estilo.
—¿Ha hecho Rita de las suyas? —Pregunta, titubeando.
—¿Y cuándo no las hace? Pues claro que sí. Pero no pienses en eso, Clary. Ponte algo de mi armario si quieres. ¡Aún queda mucha fiesta por delante!
A ella se le ilumina la cara, y salgo de mi cuarto para dejar que se cambie. Ahora que ha vuelto y la bruja mala se ha marchado, toca divertirse.

3 comentarios:

  1. Deberías plantearte seriamente escribir una novela. Yo la compraba fijo!!!
    Lo que me he reído con lo del rodillo de amasar...

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  2. Si la belleza natural es una mala arte, deberían mandarme a la hoguera. jajaajajaja me encanta Rita.

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  3. Muchas gracias a los dos! La verdad es que escribir es una de mis grandes pasiones, pero como soy muy inconstante para dedicarme a ello de manera profesional (y además es muy difícil), utilizo este blog y mi cuenta en fanfiction para desahogarme del gusanillo xD
    Seguid atentos a las actualizaciones de estas chicas!

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