sábado, 30 de noviembre de 2013

Marinera en tierra

Para completar las entradas de noviembre os presento unas fotos que hice a Sabrina hace varios meses. Mi idea era editarlas para que pareciesen un reportaje de revista como el que vimos en la entrada Sabrina Superstar. No obstante, el proyecto nunca salió adelante. Quiero, sin embargo, compartir esas fotos en las que nuestra cantante favorita posa con las distintas prendas de la bandeja de ropa de inspiración marinera de Barbie.





(No olvidéis que en la entrada anterior, actualizada también hoy, podréis averiguar cómo fue la entrevista de trabajo de Connie).

Chocolate

No me gusta nada hacer entrevistas de trabajo. Cuando estaba en América trabajé en una tienda de accesorios y en el McAuto de un McDonald’s para sacarme un dinero extra y puedo asegurar que el proceso a entrar en un puesto de trabajo es una verdadera tortura. Te esfuerzas al máximo para gustar a unos perfectos desconocidos que están aburridos de ver a gente como tú y a los que les trae sin cuidado que no tengas donde caerte muerta pero que responden a tus peroratas acerca de tus habilidades que sin duda te llamarán… y nunca llaman. Bueno, a veces te responden que lo sientes mucho, pero que tu solicitud no ha tenido éxito, y tienes que volver a la casilla de salida.

Cuando me llamaron para ir a una entrevista en Godiva, había pasado por ese proceso unas cuantas veces. Aunque el señor Stark me había asegurado que no era necesario que trabajase, que él se encargaría de costear mis estudios y de darme todo lo que necesitara, no me gustaba la idea de vivir del padre de mi amiga. No conseguí hacerle ceder con el tema de los estudios, pero al menos para mi dinero sí que quería ser independiente.

Pero aunque no tuviera prisa, las repetidas negativas comenzaron a minar mi autoestima. Había pasado casi una semana desde que recibí el último correo electrónico en que se rechazaba mi candidatura para trabajar en una tienda de ropa cuando me llamaron para una entrevista en una de las tiendas que Godiva iba a abrir en Londres antes de Navidad.

Tuve que reunir toda mi fuerza de voluntad para presentarme a la entrevista poniendo buena cara y demostrando lo interesada que estaba en unirme a la marca, cosa que era cierta. Siempre he sido una gran fan de Godiva y me apetecía muchísima empezar a trabajar en Londres precisamente para ellos. Era una marca de prestigio que quedaría muy bien en mi currículum.

Al volver de la entrevista, Darcy y yo preparamos la cena. Su padre iba a pasar un par de semanas en Londres y a ella le apetecía prepararle una especie de bienvenida… El caso es que acabamos haciendo enchiladas, que el señor Stark aseguró que eran excelentes, y nos contó batallitas de su época de multimillonario irresponsable (cosa que seguía siendo, en realidad), como aquella vez que despidió al piloto del coche de carreras que su empresa había subvencionado y lo condujo él en el Gran Premio de Mónaco.

Recibí la nueva llamada una semana más tarde. Estaba durmiendo cuando mi teléfono móvil comenzó a sonar, pero se me abrieron los ojos de par en par cuando oí al otro lado del auricular:

-¿La señorita Pryce? Le llamo de Godiva.

El corazón me empezó a latir muy fuerte en el pecho.

-Soy yo –acerté a responder.

-Me congratula comunicarle que ha sido admitida para unirse a Godiva.

Si no hubiera estado tumbada en la cama, me habría caído al suelo. De todas formas, no sé cómo no me desmayé.

La chica con la que hablé pasó los siguientes minutos explicándome dónde tendría lugar mi training y la ropa que debía llevar. Tuve que salir de la cama para hacerme con una libreta en la que apunté todo lo necesario. Cuando colgué el teléfono, no me lo podía creer. Fui corriendo a despertar a Darcy y casi chillé:


-¡No vas a creerte lo que me ha pasado!

jueves, 28 de noviembre de 2013

Un poco de relleno

Con tan poco material para mostraros a mis chicas, apenas encuentro maneras de cubrir mis cuatro entradas mensuales. Es poco, pero en esta ocasión os presento una fotografía manipulada de Pam con el conjunto Party Perfect.


domingo, 10 de noviembre de 2013

Haciéndonos al nuevo hogar

Las chicas y yo nos adaptamos poco a poco a nuestra nueva vida. Para empezar, ya tienen una habitación amueblada con piezas de Ikea en la que pueden sentarse a hablar de sus cosas.




Tenemos un añadido: esta caja de bombones, reconvertida en armario.






Un poco vacía de momento, pero todo se andará...


-¡Darce, voy a llegar tarde! ¿Puedes guardarme este vestido?
-Claro, utiliza el primer cajón.


-¡Me sacas de un apuro!
-¿Dónde vas tan arreglada?
-Tengo una entrevista de trabajo en menos de media hora. A propósito, ¿podrías prestarme tu bolso dorado?


-Claro, toma.


-¡Fantástico, gracias!


-Que tengas mucha suerte, ¡ya me contarás!
-Cuenta con ello. ¡Ay, me marcho, que llego tarde!

viernes, 1 de noviembre de 2013

Una nueva vida

La cara de la pobre Darcy es un poema. Deduzco que su padre no le había contado que se puso en contacto conmigo para contarme que se mudaban a Inglaterra y que, si quería, me pagaba los estudios allí para que no tuviera que separarme de mi mejor amiga. Por eso estoy en su salón con mi equipaje aunque son casi las ocho de la noche, una hora intempestiva para presentarse en casa de cualquiera. Supongo que el hecho de que este ático de lujo vaya a ser también mi casa a partir de ahora hace que lo de la hora no sea para tanto.

Darce suelta el secador encima de una de las mesitas auxiliares y serpentea entre mis maletas para darme un abrazo.

-No quiero sonar grosera, pero, ¿qué haces aquí? –Pregunta. Suena tan emocionada que resultaría imposible que me lo tomara mal.

-Darte una sorpresa –respondo-. Tu padre, tu nuevo padre, se puso en contacto conmigo. Me contó que os mudabais y me propuso que viniera a vivir con vosotros. Comentó que él tiene que viajar mucho por trabajo y que no quería que te sintieras sola en un nuevo país.

Ella toma asiento en el borde del sofá más cercano.

-Uau –dice, y aunque parece impresionada, comenta-. Eso es increíblemente egoísta por su parte. Es decir, me alegra que hayas venido, me hace muchísima ilusión, pero no puedes ir por ahí diciéndole a la gente que cambie su vida entera por ti.

La verdad es que yo también lo pensé cuando me llamó, pero no le puse pegas, y de hecho, ni siquiera le dediqué demasiado tiempo a esa reflexión: en mi caso particular, la oportunidad de mudarme a Londres es demasiado tentadora. Aquí podría dejar de estudiar Filología para centrarme en el Diseño de Moda, algo de lo que mis padres no quieres ni oír hablar. Dudo que el señor Stark, en cambio, tenga problemas con mi elección de estudios.

-Supongo que eso explica la habitación de invitados tan personalizada… ¿Te puedes creer que no me había contado nada?

-Quería que fuera una sorpresa. Insistió mucho en ese punto.

Darcy asiente con la cabeza.

-Ya veo. Bueno, ahora tendré que llamarle –suena como si fuera un gran esfuerzo para ella, y al mirarla con gesto interrogante, me explica-. Aunque sepa que es mi padre, en gran medida sigue siendo un desconocido. Me resulta extraño llamar por teléfono a una de las personas más ricas del mundo como si nada. De hecho, me resulta extraño tener su número de teléfono.

No puedo reprimir una sonrisa.

-Bueno, mujer, date tiempo. A mí también se me hace raro. Lo superaremos.

-Tienes razón, Connie. Ahora estamos juntas, y podemos conseguirlo todo, ¿no es cierto?


Asiento vigorosamente con la cabeza. Claro que podemos.