Siguiendo la costumbre, os presento el dormitorio de Leah, que tampoco vive en Dolls Crazy House, aunque probablemente empezará a pasar bastante tiempo por aquí...
Un espacio en el que compartir mi colección de muñecas y las aventuras que les van sucediendo.
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domingo, 29 de abril de 2012
domingo, 22 de abril de 2012
Clary vs. Rita
Si fueran gemelas, serían el clásico ejemplo de la buena y la mala. Pero les ha tocado compartir un único cuerpo, y ambas tratan de sacarle el máximo provecho posible. Una vez más podemos apreciar la dicotomía entre la dulce Clary y la malvada Rita luciendo nuevos modelitos (y en el caso de Clary, una habilidad que desconocíais...). ¿Cuál de las dos os gusta más?
lunes, 16 de abril de 2012
Leah
Modelo: Secret Spells Christie (Mattel playline, 2003)
Molde de cuerpo: Belly Button
Molde de cara: Asha
Después
de la tempestad llega la calma… relativa, y Prue y Clary han hecho otra amiga
en la Universidad. Su nombre completo es Leah Georgia Rogers, tiene veinte años
y es natural de Londres.
Desde
pequeña, Leah siente fascinación por la magia. Puede que se deba a sus raíces
jamaicanas, ya que su abuela solía ganarse unas libras extra echando las cartas
y vendiendo pociones y amuletos con distintos fines, pero lo cierto es que
cuando empezó a leerse la saga de Harry Potter siendo tan sólo una niña,
decidió que no era posible que la magia fuese sólo parte de los cuentos. Por eso
es raro verla por ahí sin su varita mágica, y en cuanto coge confianza, instala
su estilizado caldero y sus estrafalarios frascos de ingredientes en cualquier
hogar ajeno. Se rumorea que sus remedios funcionan…
Su
canción preferida es Clocks, de
Coldplay
domingo, 15 de abril de 2012
Tanta zorra suelta y tan pocas balas
Debí haberme
imaginado que Pam trataría de echarle el guante a Matt en cuanto entrase en su
radar de cosas que me importan. Un fallo mío demasiado elemental que ahora
lamento, aunque debo reconocer que bajé la guardia al comprobar que no se
lanzaba a su cuello durante los primeros meses. Probablemente tenía planeado
este movimiento desde entonces. Zorra.
Yo no quería que Matt
la invitase, pero él insistió. Quería conocer a todas las inquilinas, dijo, y
no pude negarme. Aunque está al tanto de mi mala relación con mi prima,
desconoce los detalles. Por si acaso, decidí que no iba a separarme ni un milímetro
de él en cuanto la viese entrar por la puerta. Cuando vi su modelito, supe que
había salido al ruedo dispuesta a matar. Y el detalle del reloj fue una jugada
maestra: yo sabía que lo quería, pero me incliné por el iPad, que también tenía
muchas ganas de tenerlo. Ahora me arrepiento de no haber sido yo quien le haya
comprado el reloj. Está encantado, lo sé. Y por si acaso no me hubiera dado
cuenta yo sola, Matt me dice al llegar a su habitación:
—Me encanta el
reloj. Vaya ojo tiene tu prima, es justo el que quería.
No puedo evitar
enarcar una ceja con cinismo. Sí, ojo.
—La verdad es que
yo también me planteé regalártelo —respondo—. Lo tuve en la mano, pero pensé
que el iPad te haría más ilusión.
—Claro que me ha
hecho ilusión, y además me hacía mucha falta para el trabajo —me besa en la
mejilla—. Qué, ¿volvemos?
Aunque la mayor
parte de las veces su ingenuidad me saca de quicio, debo reconocer que le da un
punto adorable.
—Claro.
Esta vez, no
pienso permitir que Pam se salga con la suya. Y si para ello tengo que convocar
a la caballería, pienso hacerlo. Así que aprovecho un descuido de Matt para
reunir a Eden, Andrea, Cora y Shannon y las pongo al corriente, con pocas
palabras, de la situación. Y como son mis amigas, en cuestión de minutos tengo
una nueva alineación contra el acoso y derribo de Pam. Si quiere jugar duro, no
pienso retirarme sin luchar.
Los resultados no
tardan en hacerse notar: cada intento de acercamiento de Pam a mi chico es
frenado por alguna de las cuatro magníficas, que se acercan para darle
conversación sobre cualquier cosa. La que mejores resultados obtiene es Andrea,
que no tarda en captar, y explotar, el punto flaco de mi prima: su abultado
ego. Así que pasa gran parte de la velada pidiéndole que rememore sus días como
top model, algo a lo que Pam no se puede resistir. Las horas pasan sin
incidencias hasta que, pasadas las dos de la madrugada, observo a Synnöve acercarse
a su hermana y cuchichear algo. Aunque Sy es inofensiva, me acerco para
averiguar de qué hablan.
—…Así que me voy —alcanzo
a oír.
—¿Te marchas? —Le
pregunto.
Obvio la mirada
asesina que me lanza Pam en la más gloriosa intimidad familiar para centrarme
en la pequeña (admitámoslo, siempre lo será).
—Sí. Me lo he
pasado muy bien, Alyssa, pero estoy cansada.
—Muy bien —respondo—.
No olvides despedirte de Matt.
—Claro.
En realidad, la
frase iba dirigida a Pam, a quien no pienso decirle lo mismo. Quiero que quede
claro que es la única persona de toda la fiesta a la que no permitiré que
vuelva a cruzar una palabra con él. Y ella capta el mensaje, a juzgar por su
manera de estrechar los ojos, como diciendo “ésta te la guardo”.
Cuando vuelvo
junto a Matt, Synnöve ya se marcha. Me despido haciendo un gesto con la mano, y
no me pasa desapercibido el hecho de que apenas cruza un par de palabras al
pasar junto a Prue y Clary, de las que antes era inseparable.
Pero antes de
plantearme si se habrán peleado por algo, oigo la voz de Savannah a mi lado:
—Además de
declararme completamente imparcial en tu guerra personal con Pam, quisiera
recomendarte que estuvieses algo más atenta a otros conflictos que surgen a tu
alrededor. Aunque no estés involucrada, podrían acabar salpicándote. Sé que las
chicas te preocupan.
—Claro que me
preocupan —replico—. Son mi hermana y mi prima.
—Dos hombres solos
entre tanta mujer no traen más que problemas —suspira—, aun sin querer.
Esa afirmación
tan categórica levanta mis sospechas. ¿Cuánto sabe Savannah, y cómo se ha
enterado antes que las demás?